Cómo educar en la ‘No Violencia’ y la gestión positiva de conflictos

Cómo educar en la ‘No Violencia’ y la gestión positiva de conflictos

 

Casi todos los días escuchamos noticias que cuentan historias sobre niños y jóvenes que cometen actos de violencia y acoso. Aquellos que la ejercen, en primer lugar se perjudican a ellos mismos, provocan malestar a todos los que están a su alrededor y además dañan la sociedad en la que viven. Cuando las actitudes violentas forman parte del carácter de un niño o de un adolescente probablemente su futuro estará cargado de conflicto.

Es fundamental que, desde las primeras etapas de la infancia, los niños reciban una enseñanza que les ayude a entender los beneficios del diálogo y la negociación. De esta manera serán capaces de resolver cualquier tipo de conflicto sin llegar a situaciones agresivas, es decir, es necesaria una educación para la no violencia.

Las malas conductas suelen aprenderse a una edad temprana; los padres, familiares y profesores desempeñan un papel fundamental en estas etapas para que los niños se enfrenten y vivan sus emociones de una forma sana.

6 Consejos para enfrentarse a las emociones sin violencia en casa

1. Participación en la vida de los hijos desde las primeras etapas

Existe menor probabilidad de que se desarrollen problemas de conducta y delincuencia aquellos niños que tienen una relación sólida con sus padres y viven en un sentimiento de confianza. Por esta razón debemos mostrarles nuestro cariño y compresión.

2. Orientación y supervisión en todo momento: Protección y apoyo a medida que aprenden a pensar por sí mismos

 Si no existe la supervisión adecuada pueden surgir problemas de conducta. Los niños dependen de sus padres, necesitan recibir protección y orientación sobre cómo responder de manera adecuada en caso de que estos reciban algún insulto o amenaza por parte de otros.

3. Desarrollo de conductas adecuadas con nuestro ejemplo

Los valores de respeto, nobleza, honestidad y orgullo son pilares defensivos importantes para los niños cuando se enfrentan a las presiones negativas de otros. Cuando elogiamos las conductas de nuestros hijos de forma constructiva y sin recurrir a la violencia potenciamos sus fortalezas.

4. Establecimiento de reglas en conjunto: Expectativas claras de la propia conducta

Cuando formulemos normas, explicaremos a los niños qué esperamos y cuáles son las consecuencias de no cumplirlas. Ellos participarán en el establecimiento de las mismas y tomarán conciencia de los beneficios que estas tienen en sus acciones cotidianas.

5. Actos violentos lejos del hogar: Control de la violencia que aparece en los medios de comunicación

Procuraremos que nuestro hogar crezca alejado de la violencia y de la agresividad. Si el niño observa  esto último en su casa, tendrá más probabilidades de resolver los conflictos de una manera agresiva. Cuidado con las discusiones hostiles delante de ellos.

Respecto a los medios de comunicación habría que limitar el tiempo diario para ver la televisión como mucho a dos horas, supervisaremos qué programas ven, qué dibujos infantiles y a qué videojuegos están más aficionados a jugar. Comentaremos con ellos las escenas de violencia o agresividad que aparecen en estos medios y las consecuencias que tendrían si sucedieran en la vida real, buscando otras alternativas para solucionar los conflictos.

6. Oposición a la violencia: Palabras firmes y calmadas frente a actitudes perjudiciales

Debemos inculcar en nuestros hijos el valor de la tolerancia y mostrarles la importancia del diálogo. Les animaremos a entender que usar palabras violentas o aceptar en silencio una conducta agresiva les puede hacer mucho daño. Les enseñaremos a responder de manera firme y tranquila cuando contemplen actos violentos entre personas, así serán valientes, manteniendo la calma cuando otros insultan, lanzan amenazas o incluso pegan.